Dimensión desconocida (cuento de Marx Blanco)

lunes, 28 de abril de 2008

En un lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme, estaba por iniciar un acalorado encuentro deportivo, no recuerdo si acaso supe con exactitud la localización del pueblillo en el cuál se celebraría un partido de futbol con tintes amistosos, tal vez los datos de mi memoria no sean del todo ciertos, lo verdaderamente cierto es que esta historia pareciera que se desarrolló en otra dimensión por los extraños sucesos que en aquel momento se presentaron...
El equipo visitante estaba formado por un grupo de jugadores nativos de Tuxpan, Ver. el portero era el conocido "Burgos" (Padre de mi amigo Marx), el equipo local se componía de gente del lugar, el ambiente emanaba júbilo y expectación por el enfrentamiento, se respiraba alegría y optimismo por parte de los lugareños, todo el pueblo estaba apoyando a su equipo sin saber que los Tuxpeños eran un hueso duro de roer. Pardeaba la tarde y el silbante sopló para dar inicio el juego casi al mismo tiempo que el público dejo escapar un grito de emoción, pronto la balanza se inclinó por la calidad de juego de los visitantes, esto causó desagrado total entre los expectadores que rugían como en un rito tratando de hechizar la puntería de los delanteros; había de llegar el medio tiempo y el ambiente cambió sus mátices, lo que en un principio se sentía del todo amistoso se tornó agrio y hostil. El segundo tiempo del partido comenzaba a escribirse en la historia cuando cayó el segundo gol del encuentro en la porteria de los locales, la locura total para la gente del pueblo que intensificó su agresividad volviendose amenazante, se podía escuchar el afilar de los machetes y como cosa de brujería la cancha se baño de una intensa neblina.
Con mucho nerviosismo el portero Burgos se ponía de acuerdo con su central para dejarse empatar pues ya sentían sus pellejos rebanarse por los afilados machetes, y pronto el marcador se pondría 2-1, con ánimo y coraje los locales se lanzaron a buscar el empate, la neblina y el nerviosismo de los visitantes se volvieron complices y se dió el empate, de inmediato los tuxpeños cambiaron de táctica -¡Ahora sí Burgos!, que no pase nada- gritaba el central; pero ya los pueblerinos estaban llenos de confianza y Burgos no veía mucho más allá de su nariz. -¡Te ván Burgos, Te ván!-...Burgos atento pero cegado por la neblina solo pudo mirar una pequeña silueta acercarse, todos gritaban con los rostros desencajados pero Burgos no perdió concentración y al sentir cerca la silueta se tiende cual largo era hacia el bulto sujetando con fuerza pero...¡Cuuiiii,cuiiii,cuuuiiiii! ¡Oh sorpresa!, no era el balón sino un lechón que se había escapado del chiquero, el aplauso fué unánime y el júbilo volvió, el partido termino con un empate con sabor a victoria para ambos y según mi amigo Marx hasta fiesta organizaron en honor del arquero atrapa puercos.

0 comentarios: